miércoles, 22 de octubre de 2008

HOSTIAS COMO PANES

En esta entrada vamos a intentar ser menos retóricos, las quejas han sido tenidas en cuenta, y la parte literato-filosófica la dejamos de lado. Lo que si es cierto es que ir con el pecho descubierto es bastante más complicado que ir amparado en las metáforas. Pero es mejor recibir alguna hostia que otra, que quedarse con “lo tenía que haber intentado”.

Esto último, aunque real, es complicado de asimilar y de imponer como especificación de funcionamiento. Se ponen por medio la dignidad, el miedo, la vergüenza y sobretodo el orgullo. Y se hace cuesta arriba tomar ciertas decisiones y realizar algunas acciones, que seguramente no siendo capaces de cambiarnos la vida a estas alturas, sí que darían un aliño diferente a la ensalada de lechuga y tomate de todos los días.

Esta claro que a nadie le gusta recibir hostias, pero lo que también es cierto es que por miedo a ellas no se puede quedar uno mirando al infinito. Ya conocemos el sabor de las hostias, y lo que pueden doler en un momento determinado. Pero es muy difícil que este tipo de hostias que se dan con la mano abierta, te hagan tambalear. De hecho, lo normal es que acaben haciendo reír a ti y, sobretodo, a los que tienes alrededor.

Uno puede tener el motor engrasado funcionando y acelerado, pero si no pisas el embrague y metes la marcha, aquello hará mucho ruido pero no se moverá del sitio. Y creo que veinticuatro meses con un magnifico coche pero sin moverme del sitio ha sido demasiado tiempo. Tener de nuevo la sensación del aire en la cara, sentir miedo a la hostia, e incluso tener que arriesgar con mano de cartas ajena, hace reaccionar a cualquiera. Hasta al que ha estado escondido en el hielo. El coraje está en que haya tenido que ser alguien que pasaba por allí quien, sin saberlo ni quererlo, haya arrancado el motor, metido la marcha y acelerado….carajo.

Así que creo que el honor y la satisfacción de darme una hostia se la ha ganado esta persona que sin darse cuenta me ha devuelto al movimiento.

La hostia será servida en bandeja cuando llegue el momento. Aunque sinceramente espero que ejecute el derecho de no darla, y si la da, que sea de verdad con la mano abierta.
Por si pica

lunes, 6 de octubre de 2008

SU FLANCO DÉBIL

Su fortaleza construida a base de remiendos a daños infringidos en campañas anteriores, algunas de ellas históricas, tiene un Flanco Débil, su Flanco Débil, el mismo de siempre. Da igual que sea conocida la maniobra que debilita su flanco. No importa que se aumenten de forma desmesurada las defensas y los esfuerzos en ese flanco. La selección de la campaña y el análisis exhaustivo del enemigo no importan. El ceder territorio en ocasiones para evitar la confrontación tampoco es llave de la puerta correcta. Sigue y seguirá siendo su Flanco Débil.

Su fortaleza, que comenzó siendo una simple torre vigía, se ha ido convirtiendo a base de acumular sus victorias y sus derrotas en un castillo casi inexpugnable a la vista de cualquier estratega que pretenda un ataque directo. Cada una de sus victorias ha añadido firmeza a la estructura central de la fortaleza. Cada una de sus derrotas ha convertido en nudo rocoso las roturas aceptadas. Y su conjunto deja ver una construcción firme, segura, resistente y a veces inalcanzable. Pero la realidad es que tiene un Flanco Débil. Su Flanco Débil.

Un Flanco Débil es fácilmente asumible en batalla. Cualquier estrategia de ataque o incluso de defensa domina esta variable con sencillez. No debe existir un riesgo más allá del asumido a priori. Pero en el caso de su Flanco Débil es diferente. Cualquier daño aceptado por su Flanco Débil, interesa a toda su fortaleza. Si bien en su Flanco Débil no existe ningún pilar principal, la distribución de esfuerzos obliga al resto de la estructura a temer su colapso cuando el daño es recibido, o incluso intuido.

A pesar de ello, su fortaleza es firme. Temer por su colapso no hace si no ampliar su resistencia. Y aunque su miedo se ha convertido en crónico, la realidad es bien distinta. El colapso no es una opción y para su historia presente se han terminado los puntos de no retorno. La batalla será librada, las debilidades aparecerán, su Flanco Débil estará ahí, pero la fortaleza ampliará sus dominios y sus rasgos cada vez más perfilados harán crecer la discontinuidad en la unión entre su cielo y su tierra.