lunes, 6 de octubre de 2008

SU FLANCO DÉBIL

Su fortaleza construida a base de remiendos a daños infringidos en campañas anteriores, algunas de ellas históricas, tiene un Flanco Débil, su Flanco Débil, el mismo de siempre. Da igual que sea conocida la maniobra que debilita su flanco. No importa que se aumenten de forma desmesurada las defensas y los esfuerzos en ese flanco. La selección de la campaña y el análisis exhaustivo del enemigo no importan. El ceder territorio en ocasiones para evitar la confrontación tampoco es llave de la puerta correcta. Sigue y seguirá siendo su Flanco Débil.

Su fortaleza, que comenzó siendo una simple torre vigía, se ha ido convirtiendo a base de acumular sus victorias y sus derrotas en un castillo casi inexpugnable a la vista de cualquier estratega que pretenda un ataque directo. Cada una de sus victorias ha añadido firmeza a la estructura central de la fortaleza. Cada una de sus derrotas ha convertido en nudo rocoso las roturas aceptadas. Y su conjunto deja ver una construcción firme, segura, resistente y a veces inalcanzable. Pero la realidad es que tiene un Flanco Débil. Su Flanco Débil.

Un Flanco Débil es fácilmente asumible en batalla. Cualquier estrategia de ataque o incluso de defensa domina esta variable con sencillez. No debe existir un riesgo más allá del asumido a priori. Pero en el caso de su Flanco Débil es diferente. Cualquier daño aceptado por su Flanco Débil, interesa a toda su fortaleza. Si bien en su Flanco Débil no existe ningún pilar principal, la distribución de esfuerzos obliga al resto de la estructura a temer su colapso cuando el daño es recibido, o incluso intuido.

A pesar de ello, su fortaleza es firme. Temer por su colapso no hace si no ampliar su resistencia. Y aunque su miedo se ha convertido en crónico, la realidad es bien distinta. El colapso no es una opción y para su historia presente se han terminado los puntos de no retorno. La batalla será librada, las debilidades aparecerán, su Flanco Débil estará ahí, pero la fortaleza ampliará sus dominios y sus rasgos cada vez más perfilados harán crecer la discontinuidad en la unión entre su cielo y su tierra.

3 comentarios:

AKA dijo...

Pero vamos a ver, mi general...

Es que tu Flanco Débil es EL Flanco Débil.

Y no hay nada que puedas hacer para cambiar ese hecho en batalla, me temo. Y si hacemos caso del Arte de la Guerra del maestro Tzu:
"Si conoces a lo otros y te conoces a ti mismo, no estarás en peligro en cien batallas. Si no conoces a los otros y te conoces a ti mismo, puedes ganar una y perder otra. Si no te conoces a ti mismo, estarás en peligro en cada batalla."

Tú no estás en peligro, aunque aún puedes perder la batalla (nunca la guerra) si de dejas sitiar.

¿La solución? Deja que la inexpugnabilidad de tu fortaleza apoye el avance de tus tropas, como un signo de victoria. Ignora esa supuesta debilidad, escóndesela al ejercito de enfrente.

Y, si finalmente la descubre, deja que la brecha en la muralla sea la entrada para que caiga en tu emboscada mortal...

Y por supuesto, si necesitas refuerzos estaremos listos. A tu señal, ira y fuego.

Fuerza y honor, mi general.

AKA dijo...

Ejem...

Evidentemente, quería decir "...si TE dejas sitiar."

Se me ha escurrido el dedo en el gatillo.

Cincibastro dijo...

Lo que diga Aka...y yo a la playa NO VOY!

Fuera de cognas, mejor llevarse un par de tortas que quedarse seguro en el castillo, sin saber lo que podria haber pasado.